Al parecer, el judión llegó de América y se empleaba para alimentar a los faisanes de los jardines del Palacio Real hace tres siglos. La leyenda cuenta que fue la esposa de Fernando V, doña Isabel de Farnesio, quien tuvo la idea de cultivar esta semilla en los huertos a orillas del río Eresma.
Actualmente y debido a este singular capricho del destino disfrutamos de una de las legumbres más exquisitas, en la que sus cualidades en boca son únicas, y que a pesar de permanecer firme en cazuela se deshace en boca aportándonos aromas y sabores sin igual.
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